Sobre todo en el sector de la moda el logotipo de las grandes marcas ha sido siempre su gran estandarte. Vestir con prendas o complementos de Louis Vuitton, Ralph Lauren o Lacoste era sinónimo de clase, de distinción. Y esta diferenciación venía de la mano del logotipo de la marca, siempre visible.
Pues bien, parece ser que los tiempos están cambiando respecto a la devoción por los logos. En los últimos años marcas como Michael Kors, Abercrombie o Gucci han visto cómo sus ventas descendían significativamente, y ha sido a raíz de prescindir de sus logos o de minimizar su presencia cuando han visto una recuperación. Por tanto, ha pasado de ser el incentivo principal de compra a convertirse en un valor perjudicial para la marca.
«Un tercio de los bolsos vendidos en 2015 en Estados Unidos no tiene el logo visible»
¿Por qué de repente, tras décadas de valor, el logotipo ha perdido su interés? Los jóvenes millennials tienen algo que decirnos: en cuestión de moda, no quieren logos de ningún tipo, y si les hay, que sean discretos. En contraposición, los distintivos de prestigio han adquirido valor en el sector de la tecnología. El teléfono móvil o el ordenador puntero del momento tiene mucho más valor que una prenda o un complemento de marca.
Parece ser que lo que ha adquirido valor sobre la marca es el valor del producto, su diseño y funcionalidad. También se busca la individualidad: los jóvenes están a la caza de productos que se salgan fuera de lo común para establecer relaciones de identificación con un grupo reducido de marcas, a veces incluso “low cost”.
«El 81% de los millennials valora la sutileza de los logos insertos en los productos que adquieren»
La respuesta de las marcas ha sido rápida, ante la irrupción del no-logo prevalecen valores que la identifican: ciertos patrones, formas, texturas, colores, estilos, etc. En definitiva, las cualidades por las que la marca destaca y a través de las que construye una relación más fuerte y duradera con los consumidores, pasando éstos a sentirse identificados con su estilo y construyendo a través de los productos su personalidad.
«Así lo demuestra el éxito de algunas firmas y diseñadores que han entendido la nueva mentalidad millennial y han sabido adaptarse a ella ofreciendo productos en los que lo que se ofrece es calidad y personalidad a un precio asequible y sin ostentaciones»